Solo, con leche, corto o largo, caliente o frío, con hielo, con licor… sea cual sea la combinación, no hay duda de que el café es uno de los brebajes favoritos del público.
Es la infusión la más consumida en todo el planeta con cerca de 10 millones de toneladas en el ejercicio 2020/2021.
El carácter socializador y el inconfundible aroma de esa bebida han sido, son y serán fuente de inspiración para autores, artistas e inventores de toda índole. Hasta nuestra querida PI ha sucumbido a su poder de atracción. Miles de títulos de patentes contienen la palabra café.
Les servimos unos cuantos ejemplos a continuación…
Maestros e inventores cafeteros
El milenario cultivo de café se da en zonas tropicales y subtropicales de la Tierra, a las que pertenecen países como Etiopía, Brasil, Vietnam o Colombia. El efecto estimulante que lo caracteriza hizo que su consumo estuviese prohibido en distintos países durante distintas épocas de la historia universal por razones tan variadas como disparatadas: desde atribuirle conexiones satánicas hasta considerarlo un peligro para la estabilidad político-social de una nación por despertar el espíritu crítico del consumidor.
Creencias y supersticiones a un lado, los pioneros cafeteros llevaron el aromático fruto de África y Asia a Europa y, de ahí, a América y Oceanía. Varios inventores transformaron su devoción por el cafeto en artilugios destinados a moler, filtrar y prepararlo.
En el mundo anglosajón, la primera cafetera de filtro de Sir Benjamin Thompson llegó a finales del siglo XVIII. Le siguieron los molinillos de Thomas Bruff, cuya patente de 1798 se perdió en el incendio que asoló la Oficina de Patentes y Marcas estadounidense de 1836 y el de J. H. Nanson, a quien la patente le fue concedida en 1865 (US 51741).
Patentes instantáneas
El café soluble lleva acompañándonos desde hace más de un siglo, gracias a la labor de varios precursores.
Cada uno de ellos aportó su grano (nunca mejor dicho) para hacer de esta opción una de las más socorridas en nuestros días de estrés y prisas.
El primero en llevarse el gato al agua fue el químico estadounidense de origen japonés Satori Kato.
Su fórmula quedó plasmada en la patente US 735777 de 1903 y sirvió de base para las mejoras que luego aportaron el británico George Constant Washington y el alemán Max Morgenthaler.
Durante los primeros años 30 del siglo XX, Morgenthaler formaba parte de la plantilla del gigante Nestlé, que había adquirido la patente de Kato unos años antes. El colofón de los avances del germano llegó en 1938, año en el que la solución instantánea se distribuyó a nivel mundial y con un éxito abrumador bajo la hoy archiconocida marca Nescafé.
Spain cafetea different
José Gómez-Tejedor es el inventor que marcó un antes y un después en el consumo cafetero de España y varios países latinoamericanos. Apostó por el torrefacto, obtenido a partir del añadido de azúcar durante el proceso de tueste del grano.
En su primera patente ES 28829 plasmó el “procedimiento mecánico para tostar café”. La caramelización alargó la conservación del producto (aroma y propiedades) al tiempo que propició la distribución a grandes distancias y abarató costes de producción y comercialización.
La concesión le llegó en 1901 según la Ley de Patentes española de 1878, que no exigía presentar reivindicaciones. Bastaba con presentar una Nota que debía exponer con claridad el objeto, proceso o invención a patentar.
Gómez-Tejedor patentó varios procedimientos de torrefacción a principios del siglo XX, aunque no todo quedó ahí. También patentó un “método de fabricación de granos sucedáneos de café” (ES 180282).
El castellanoleonés fundó Cafés La Estrella, cuya marca M1033912 fue otorgada en 1983. Nestlé la adquirió en 1987.
En los últimos años, la batalla contra la presencia de azúcar en nuestra dieta ha hecho que esta variedad pierda adeptos en favor del café natural. Su consumo cayó un 14,3% en el periodo de 2015 a 2019.
A toda máquina
Si hay un país del mundo donde el café impactó a lo grande, ese es Italia. Del país de la bota llegaron las revolucionarias cafeteras.
Angelo Moriondo presentó la primera máquina expreso en 1884. Con la ayuda del vapor de agua a presión, el café de siempre redujo su tiempo de elaboración, permitió servir más de una taza a la vez y cubrió la bebida con una capa de crema irresistible.
El artilugio se hizo con la medalla de bronce en la Exposición Universal de Turín en dicho año. El mundo de la hostelería cambió para bien y para siempre.
Décadas más tarde, en 1933, la mente de Alfonso Bialetti ideó una cafetera fabricada totalmente en aluminio para uso doméstico.
El conjunto formado por dos recipientes principales conectados entre sí por un embudo fue bautizado originalmente como Moka Express.
El ingeniero pasó de vender decenas de unidades desde su pequeño taller y en mercados locales a millones respaldado por su gran compañía, Alfonso Bialetti & C., S. P. A., a través de la que sumó mejoras y patentes a su invento.
Cientos de hogares españoles conocen este icono culinario como “la italiana”.
La revolución de las cápsulas
Aunque su consumo es reciente, el fenómeno de las cápsulas de café se originó en 1976, cuando Eric Favré, entonces ingeniero de Nestlé, patentó la monodosis cafetera (CH 605293). En España, este “Cartucho perfeccionado para confeccionar una bebida” quedó registrado como Modelo de Utilidad (ES 232747U).
La gran popularidad de las cápsulas no solo ha generado cifras millonarias en ventas sino también un largo historial de guerras de patentes.
Las batallas judiciales más sonadas han sido las libradas por Nestlé.
La suiza ha demandado (con disparidad de resultados) por infracción y competencia desleal a competidores como la estadounidense Sara Lee Corp., la española Oquendo o la también helvética Ethical Coffee Company por comercializar cápsulas compatibles con Nespresso y Dolce Gusto a precios más baratos.
Tras varios litigios, recursos y sentencias, tribunales alemanes, franceses o suizos, por nombrar algunos, han fallado en pro de la competencia. Al dictaminar que la compra de una cafetera monodosis por parte de un consumidor le otorga a este el derecho a utilizarla como considere más ventajoso para sus necesidades, las cortes dan vía libre al uso de todo tipo de cápsula, de cualquier fabricante. Aunque bien cabe recalcar que la existencia de patentes que protegen las particularidades de algunas cápsulas limita esa libertad de uso. Las delgadas líneas rojas de las interpretaciones legales prometen batallas para largo.
Contra lo que nadie podrá querellarse jamás es con el poder de convocatoria que tiene el café.
Este ABGstories cierra recordándoles aquello de… Ecco! Cuando arriben a casa disfruten de una buena taza a su salud.